Nervios ópticos que explotaban y generaban en su rostro una figura más bien caricaturesca, que balbuceaba a quien mas cerca caminaba, asustando así por diferencias, creando el mal concepto en las mentes. Por un impulso su pálida piel se apaciguaba dentro de un cubo oscuro observando a la victima de la nefasta diosa, por lo que luego de respirar sus miserias se inculcaba en su pensamiento que el gran acelere debía morir, debía abandonar el frío ritual en cual se iniciaba.
Ya que sobre el fuego albergaba al amor prohibido que envolvía a sus sentidos en la dulce psicodélia, no encontró sentido este personaje a dejar todo por el empuje de las tijeras tajantes. Pies dosificados de la enérgica euforia en la más corta de las esperas y afortunado el joven logró aborrecer el tonto genocidio de sus vellos, aceptando en algún momento el regreso de la única que podía distorsionar su visión convirtiendo los elementos de su alrededor en el mas hermoso de los grises.
Memoria, eternidad. Manifiesto
Hace 11 años
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