sábado, 14 de noviembre de 2009

El advenimiento eclesiástico de los monjes sanguinarios

Aquel que no crea, que no sienta, que no inspire será aniquilado, será torturado, aquel que fornique, se masturbe, será castrado lentamente con un serrucho, y será aniquilado. Aquel que imponga una nueva manera de pensar será censurado, lo callaremos, lo golpearnos. Debemos volver a ser humanos, a criarnos a la semejanza de Dios, de vivir a su sombra, a lo que el dijo, a que lo Cristo dijo a los apóstoles.
Fue el ultimo discurso antes de ver a los monjes golpeando a mi esposa en el piso, dándole electricidad, ella embarazada, tan cruel, tan violento, era periodista y solamente buscaba la verdad, respetaba su oficio, a lo que se había dedicado… a partir de ese día he cambiado, ellos han abierto mis ojos, me han hecho ver como es la realidad, su realidad. Debo convertirme en ellos mismo, debo aprender más de ellos, debo unírmeles y sentirme como dios al igual que ellos.
Fui al palacio de piedras, ingresé, caminé, me confesé, escuche la hermosa misa que nos dio el padre, genere confianza, mucha confianza, aprendí, me nutrí de su sabiduría.

6 meses después

Un día muy importante en mi vida, llegó el gran día de lo sagrado, siete de julio del año siete mil setecientos setenta y siete. Me pongo mis guantes, mi traje, mi nuevo calzado y todos nos juntamos a la cena mas preciada, rendimos gran culto a dios, la mayoría de las parejas de monjes se van a sus cuartos a glorificarse eternamente según sus criterios, yo les creo pues me pondré mas feliz. El padre se me acerca, me habla, me escucha, su voz es muy dulce.
Durante los seis meses aquí fui conciente de que si era eficiente podía ser parte del gran circulo de la fe, el padre me mira, me enuncia en sus ojos que puedo ingresar, me invita a su despacho sagrado, nos vamos de la fiesta, los monjes que quedaron estaban muy ebrios sintiéndose mal, estamos en su despacho, se quita su traje, se acerca despacio, apoya sus labios en mi oído y dulcemente me dice: quiero sentirme joven otra vez, háceme volar, enséñame a amarte. Saco una jeringa, se la inyecto en su cuello, cae el suelo al instante, pasan pocas horas para su sorpresa, esta atado al escritorio, desorientado cuestionaba que le había pasado, voy a enseñarte a amar le dije. Saco una foto, se la muestro. Era mi esposa desgraciado le digo, comienza a gritar, me río a carcajadas y le digo: todos han muerto, los envenené, a todas tus ratas amaestradas, me ruega por su vida, mis lagrimas caen, recuerdo su pelo y sus ojos, recuerdo lo hermosa que era, lo feliz que me hacia y en mis manos tenia al hombre que la había torturado y quien sabrá hasta su final. Estiro el cable, no prende, lo estiro nuevamente con toda mi ira, la motosierra se prende, lo empiezo a cortar lentamente, primero sus manos, le tiro un poco de vinagre para que no se desangre rápido, le saco sus ojos con tenedores, pongo sal encima, le corto sus piernas, lento muy lento, sus gritos serán recuerdos que nunca se escaparan pienso, cicatrizo su pierna, le corto su lengua, reviento sus tímpanos con un destornillador, arranco sus dientes, corto su boca, comienzo a cortar sus brazos, su pene, lo violo, lo torturo, lo curo sin cesar su dolor. Lo dejo vivo, llamo una ambulancia desde el lugar, me escapo apurado, camino unas cuadras, regalo mis zapatos a un niño, saco del fondo de un tacho de basura mis zapatillas, me las pongo, camino un poco mas, prendo fuego mis guantes, llego a mi casa, empiezo a llorar mirando su foto, me siento un poco mal, se me pasa, he hecho un bien al mundo, hay esperanzas de ser nuevamente un ser pensante. Un hombre sin amor a los sentidos no merece tenerlos.
Fin