A las 9:15 su café escupía sombras de humo por sobre la mesa de un mantel a cuadros de un decadente lugar, había borrachos ese lunes me acuerdo, creo que yo era uno de ellos, también creo, recuerdo vagamente que un hombre mayor me tocaba la pierna, yo me reía, no me afectaba, no podía negarle un poco de felicidad a un ancianito tan tierno, sino yo sería peor que el mismo, pero centrémonos en la historia, en el caso.
Ya las 9:23, ¡carajo! Tanto he hablado que su café ya no existe, yo lo vigilaba, contratado por su mujer. De repente, la mujer esta que les cuento entra al bar con una peluca, que idiota pienso yo, me paga y no confía, se acerca, comienzan a besarse y más o menos a las 9:27 ella se le monta encima, como para que sus genitales se digan buen día pensé, de repente está loca mujer comienza a vomitarle algo en su rostro, similar al ocre. El hombre asustado la tira al suelo y comienza a patearla, la mujer se levanta y le arranca el pene, y lo implanta con los demás del lugar, volaron tanos penes a las 9:29 que me prendí un cigarrillo, vacié mi vaso de vino, dije: adiós bombón al anciano y me fui del lugar.
Memoria, eternidad. Manifiesto
Hace 11 años