martes, 3 de marzo de 2009

Días de furia

Ellos creen solo en las mayorías, creen en su inmortalidad sin saber que las pesadas minorías pueden derrocar a las mentiras. El gobernador decidió tirar el puente milenario para encontrar el tornillo de oro y así supuestamente salvar nuestra crisis económica, pero solamente este le alcanzó para pasear por el Caribe. Tiene custodiando a dos caudillos que han causado el terror, seguramente los idolatra, seguro que algún hilo le mueven. Cualquier persona humanista condenaría a la destrucción, cualquier persona nostálgica aprobaría algún tipo de torturas en un alma tan vil. Los vecinos se han quejado de que en una catedral el agua bendita se ha transformado en un polvo blanco, los calvos habitúes del lugar han olfateado el milagro y tenido fiestas sexuales ahí dentro, todo había sido filmado por una vecina pero nunca llegaron a los medios cuando esta entregó la única filmación. Pobres nefastos ignorantes que adquieren el poder, empiezan a abusar, a inyectarse cada vez mas, se van excitando hasta el pronto día que les llega su final, y nunca caen en la gran cuestión de que siempre fueron menos que todos.
Pero es la nueve milímetros la que bloquea sus cerebros tan arrebatados y debemos remitirnos a aquellos más ignorantes que dan armas al ciego.

Baile de mascaras

La noche ardía en su eterno resplandor elevando la lujuria del salón, los rumores crecían de la más acelerada, los enmascarados bailaban al ritmo que imponía el menos adecuado, así explotando los jóvenes entrecruzaban sus lenguas con la mezcla de nicotina, alcohol y vaya a saber uno que más. Carrozas volcadas por la excesiva exageración de excesos, los muertos tirados en las calles convirtiendo al agua en ríos de sangre, y ya que estos han dejado de vivir en otro lado las lenguas se han estirado hasta una habitación desconocida y usada por toda la ciudad dando vida a los pequeños que luego serian asesinados por el compacto comprimido.